Mirar duele: Edipo en el cine de terror

Un ensayo sobre cómo el trauma rompe la narración: de Edipo arrancándose los ojos a Hereditary, donde no mirar atrás condena a la familia Graham. Laub, el testimonio y la catarsis como vías para devolver la mirada y rearmar el relato.

Portada “Mirar duele”: máscara trágica griega a la izquierda sobre fondo lila y naranja; titular grande “Mirar duele” y subtítulo “Edipo en el cine de terror”, sello “Tragedia · Trauma · Terror” y logotipo de Bibliobyte.
Portada del artículo Mirar duele: Edipo, catarsis y trauma en el cine de terror. Atribución de la máscara: Louvre Museum, Public domain, via Wikimedia Commons.

Nota de la serie. Este es el tercero de cuatro artículos que publico durante octubre, mes de Halloween. Son piezas de divulgación adaptadas de mi Trabajo Final de Máster sobre trauma, tragedia y terror (disponible para leer en el repositorio universitario). Cada lunes, una entrega nueva para leer el miedo contemporáneo con herramientas claras y ejemplos concretos.


Hay verdades que no se piensan: se padecen. La tragedia ya lo dijo con brutal claridad —Edipo no entiende: se arranca los ojos— y Hereditary lo actualiza en una regla moral y visual: Peter no mira atrás tras el atropello. Cuando el cuerpo apaga la mirada, el relato se rompe.

1) Trauma = narración rota

El impacto traumático suspende durante un tiempo nuestra capacidad de procesar y dar forma a lo que nos pasa. Lo vivido no encaja en una historia; aparecen fragmentos sensoriales, destellos, pedazos. Lo que debería avanzar en planteamiento–nudo–desenlace se quiebra en un colapso narrativo.

Ese “quedarse sin relato” no es solo una figura retórica: es el modo en que la mente reacciona cuando la experiencia supera sus defensas. Por eso, cuando el cine toma en serio el trauma, no cuenta “bien” la historia: la descose. Hereditary lo entiende: la película deshila a los Graham hasta que solo nos quedan restos —escenas, objetos, síntomas.

Metáfora trágica clave. Edipo apaga la visión para sobrevivir a la luz de lo real. No hay “comprensión limpia”; hay lesión. Esa misma lógica anima la modernidad del trauma: lo que no puede decirse, el cuerpo lo actúa.

Primer plano de una máscara teatral de Dionisos en terracota, con ojos perforados y boca abierta, expuesta en el Louvre.
Máscara teatral asociada al culto dionisíaco y al origen de la tragedia griega. Atribución: Louvre Museum, Public domain, via Wikimedia Commons.

2) Dar testimonio o quedar atrapados (Laub)

La psiquiatra Dori Laub lo dice sin rodeos: la recuperación pasa por articular lo innombrado, por testimoniarlo y ser escuchados. Sin esa narrativización, el sujeto queda estancado; el silencio perpetúa la tiranía del trauma.

En Hereditary, la familia Graham fracasa justo ahí. No hablan; posponen; esconden. Lo que debería ponerse en palabras se actúa en el cuerpo y en la casa. Resultado: el trauma domina la escena, decide por ellos.

Regla-flecha. Si no se dice, gobierna. El trauma no contado encuentra otros modos de hablar.

La orden “no mires atrás” tras un atropello es un mecanismo de supervivencia inmediata… que a la larga condena. Volver al retrovisor acompañado (alguien que escucha, un marco que ordena) es, en términos de Laub, testimoniar. Negarse es quedar atrapado.

Primer plano oscuro de Peter dentro del coche, mirada fija al frente con leve luz roja al fondo.
Tras el impacto, Peter intenta mirar atrás, pero es incapaz de dirigir los ojos al espejo retrovisor; el rostro inmóvil condensa la regla moral y visual del film: no mirar atrás. (Fotograma usado con fines de comentario y análisis).

3) El silencio como veneno (escenas concretas)

Las dinámicas de incomunicación están en cada pliegue del film:

  • Peter no mira atrás tras el golpe. Conduce a casa, se mete en la cama y delega la mirada en su madre.
  • Steve recibe la llamada de la funeraria por la profanación del cadáver de Ellen y decide ocultarlo.
  • Annie dice que va “al cine” y se va a un grupo de duelo; todo lo importante sucede a escondidas.
  • Tras la muerte de Charlie, Peter se encierra, Annie encuentra el cuerpo: la casa se vuelve pared entre duelos que no se tocan.

Si arrancas lo sobrenatural, lo que queda es un drama de incomunicación. Aster lo ha explicado: quiso filmar los efectos corrosivos del trauma enmudecido en una familia que se devora a sí misma.

La familia Graham sentada alrededor de la mesa, miradas tensas bajo una lámpara colgante; ambiente oscuro.
La mesa como campo de batalla emocional: cuatro cuerpos juntos, ningún diálogo que los una. (Fotograma usado con fines de comentario y análisis).

4) Critchley y el yo desbordado

La teoría trágica ayuda a pensar por qué duele así. Simon Critchley describe un yo dependiente y dividido que no se basta a sí mismo: fuerzas del pasado irrumpen, desarticulan el presente y quiebran el futuro. Llámalo destino, dioses o trauma: algo excede la voluntad y, si no se mira de frente, arrastra.

En ese espejo, Hereditary no es solo miedo: es alegoría del trauma. No es que “venga de fuera” y lo derrotemos para restaurar el orden; el daño habita dentro. Ahí está su gesto a contrapelo: marcar que podemos estar contaminados desde el inicio, y que no todo depende de “decidir mejor”. ¿Somos tan libres como creemos? (Edipo y el retrovisor contestan: no.)


5) Catarsis: piedad, temor… y comprensión

La catarsis no es un conjuro que borra. Aristóteles la pensó como purga del auditorio: piedad por la desgracia ajena, temor al intuir que también podría tocarnos. El final de Hereditary funciona así: cuando vemos el hilo completo —el plan que ya estaba escrito—, entendemos tarde y duele más. Esa mezcla produce la catarsis por comprensión.

La catarsis no cura la herida; le da forma para que no nos gobierne a oscuras.

En clave trágica: devolver la mirada sin morbo. En clave clínica: testimoniar para rearmar la secuencia que el shock rompió.

Máscara trágica griega con cabellera y barba rizadas, ojos perforados y boca oval abierta, fotografiada de frente en vitrina.
Máscara teatral de tradición griega usada en tragedia: rasgos amplificados, ojos vaciados y boca abierta para proyectar la voz.
Atribución: By George E. Koronaios — Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=86145164

6) Para quien escribe (tres prácticas útiles)

No basta con “contar” el trauma; hay que ponerlo en escena sin traicionarlo. Tres herramientas de trabajo inmediato:

  1. Micro-escenas sensoriales. En lugar de explicar la emoción, encárnala: sonidos, texturas, respiración, torpeza del cuerpo. (La mente traumatizada recuerda sensaciones.) Ej.: volante que vibra, dedo que no alcanza el retrovisor, zumbido en el oído.
  2. Diálogo indirecto. Que la conversación rodee el tema; deja fisuras, malentendidos, cortes. El silencio habla —y envenena— si nadie lo nombra. Ej.: “¿Fuiste al cine?” — “Sí.” (Plano al folleto arrugado del grupo de duelo.)
  3. Objeto-ancla. Un elemento que condense la pérdida (una miniatura, un olor, un resto). Vuelve a él como estribillo; cada retorno abre un pliegue de memoria. Ej.: el retrovisor como regla formal: primera aparición no se mira; última, se mira con alguien.

7) Cierre

Mirar atrás no es retroceder: es recuperar la facultad de contar. Hereditary exhibe qué ocurre cuando la narración colapsa y el dolor manda. La tragedia da nombre, la clínica propone testimonio, y el terror, cuando piensa con sus imágenes, nos entrega el camino de vuelta: comprender a destiempo para poder vivir a tiempo. Edipo se hiere; Peter no mira. La tarea, si queremos futuro, es devolver la mirada —acompañados— y armar el relato que el cuerpo tuvo que soportar a solas.

Máscara teatral griega de terracota con ceño fruncido y gran boca abierta, vista frontal sobre fondo neutro.
Máscara teatral de tradición griega asociada a la comedia: rasgos exagerados y boca abierta para proyectar la voz.
Atribución: Jerónimo Roure Pérez, CC BY-SA 4.0

Notas de lectura (pistas del TFM)

  • Trauma como colapso narrativo y memoria fragmentaria.
  • Laub: necesidad de articular, transmitir y ser escuchados; riesgo del silencio.
  • Incomunicación Graham: ocultación, grupo de duelo, duelo desincronizado.
  • Critchley: yo dividido, fuerzas que exceden la autonomía → paralelo con trauma.
  • Catarsis (piedad/temor) aplicada al final de Hereditary; devolver la mirada sin morbo.

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📚 Recomendados

  • Hereditary — Ari Aster Edición en formato físico para coleccionistas y visionado con extras.
  • Poética — Aristóteles Clásico sobre tragedia y catarsis: piedad y temor como experiencia del espectador.
  • La tragedia, los griegos y nosotros — Simon Critchley Una lectura contemporánea del yo dividido y de la vigencia de la tragedia.
  • El cuerpo lleva la cuenta — Bessel van der Kolk Cómo el trauma queda registrado en el cuerpo y la memoria.
  • Trauma and Recovery — Judith L. Herman (en inglés) Obra de referencia sobre fases del trauma y caminos de recuperación.
  • Testimony — Shoshana Felman & Dori Laub (en inglés) Teoría del testimonio y la importancia de decir y ser escuchados.

Serie completa Tragedia · Trauma · Terror:

1. Destino vs. trauma: por qué el terror nos entiende mejor de lo que crees
2. Tirando del hilo: Hereditary como tragedia en una clase de literatura
3. Mirar duele: Edipo en el cine de terror
4. De generación en generación: fantasmas, genes y brujas [Lanzamiento: 27/10/25]

TFM Completo: https://repositori.upf.edu/items/a9b095c3-0af8-41d3-819e-8672bde332a2

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Guillem Serradell Asensi Ver Perfil
Soy guionista, escritor y creador de Bibliobyte: un proyecto narrativo donde cuerpo, palabra y tecnología se entrelazan. Aquí comparto manifiestos, reflexiones y relatos que exploran lo raro, lo íntimo y lo que no encaja en los márgenes del algoritmo. Bibliobyte no es una marca. Es una mutación.

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